miércoles, 24 de junio de 2015

ALFONSO I DE PORTUGAL Y LA BATALLA DE SAN MAMEDE




Alfonso I Rey de Portugal, conocido como Alfonso Henríquez el Conquistador, nacido en Guimaraes el 25 de julio de 1110 y muerto en el monasterio de Decelas de Coimbra el 6 de diciembre de 1185. Fue el fundador de la monarquía portuguesa y de la dinastía de Borgoña, que se mantuvo cerca de dos siglos y medio.
Hijo de Enrique de Borgoña y de doña Teresa, hija de Alfonso VI de León, heredó el condado de Portugal a la muerte de su padre en 1112, haciéndose cargo del gobierno doña Teresa por causa de la minoridad de don Alfonso. Permaneció al cuidado del poderoso hidalgo Egas Moniz, que fue su ayo hasta los doce años. Fue armado caballero en la sede de Zamora en 1124. Mientras tanto, doña Teresa había fijado como objetivo político el sustraerse a la influencia del reino de León y tuvo el apoyo general de la nobleza al sur del Miño, pero surgió una facción opositora cuando la regente tomó como valido a don Fernando Pérez, conde de Trava. Alfonso Henríquez se puso al frente de esta facción, instigado por los hidalgos a los que el valido había excluido de los negocios públicos.
En 1127 don Alfonso reclamó el gobierno, pero su madre se opuso a abandonar la regencia, lo que llevó a un enfrentamiento entre los partidos que secundaban al rey o a la regente. Cuando a principios de año estalló la revolución, Alfonso VII de Castilla y León, queriendo conservar la soberanía sobre el condado de Portugal, lo invadió y sitió Guimaraes; los nobles cercados allí, declararon en nombre de Alfonso Henríquez, que en adelante Portugal sería vasallo de la Corona leonesa; quedó como fiador de esta promesa Egas Moniz y eso bastó para que Alfonso VII levantase el cerco de la ciudad. En 1128 se reanudó la guerra entre don Alfonso y su madre. La victoria del primero en el campo de San Mamede, cerca de Guimaraes, fue definitiva y tanto el conde de Trava como doña Teresa fueron expulsados del condado. Alfonso VII, ocupado en otros asuntos, no pudo intervenir en Portugal, lo que permitió durante los años siguientes la resistencia de Alfonso I frente a Castilla. Pero don Alfonso debió solicitar una paz al monarca leonés cuando se recrudeció la guerra contra los musulmanes, que vencieron a los portugueses en Tomar y destruyeron el castillo de Leiria (1137). Alfonso Henríquez venció a los sarracenos comandados por el gobernador de Santarem en la batalla de Ourique (1139), en el Bajo Alentejo. El historiador Herculano ha querido ver en la victoria de Ourique "la piedra angular de la monarquía portuguesa". Lo cierto es que tras la tregua solicitada en 1140 por Alfonso VII, Alfonso Henríquez tomó el título real, que, de momento, no fue reconocido por el rey leonés.


En 1143 Alfonso I obtuvo la protección pontificia a cambio de un censo anual de cuatro onzas de oro. Se celebró en Zamora una conferencia entre los dos Alfonsos a instancias del cardenal Guido de Vico, que, como representante papal, reclamó la paz entre Portugal y Castilla. La conferencia de Zamora dio lugar al reconocimiento como rey de Alfonso I por parte de Alfonso VII, a condición de que se le rindiese vasallaje. En las cortes de Lamego de 1145, don Alfonso fue jurado por la nobleza y los prelados como rey de Portugal, a la vez que se reconocía su título como hereditario.
Como rey de Portugal, Alfonso I trató de extender su territorio. Con el reino de León al oeste, el único camino que tenía Portugal para expandirse era el sur, dominado por los musulmanes. El 15 de marzo de 1147 conquistó Santarem en un golpe de mano y fijó su atención en la conquista de Lisboa. El rey compró la colaboración de una armada de cruzados alemanes, ingleses y flamencos que en aquellos momentos se encontraba en el Duero y llevó a cabo un durísimo asedio, que terminó con la rendición de la ciudad el 23 de octubre. La conquista de Lisboa tuvo un efecto psicológico muy grande: toda la región se rindió inmediatamente y las estratégicas fortalezas de Sintra y Palmela fueron abandonadas por sus defensores musulmanes.
Cabe la hipótesis de que Alfonso I de Portugal colaborase en 1150 con el gobernador de Mértola, cuando éste fue atacado por los gobernadores del rey de Marruecos. Si damos crédito a la fuente de la que provienen estos datos, don Alfonso habría reunido un ejército, que unido al de ibn Caci habría derrotado a los generales del emir de Marruecos en una batalla que compartiría nombre con la de Ourique.


Las dos décadas siguientes conocieron un potente impulso del proceso de conquista: en junio de 1158 fue conquistada Alcácer do Sal, después de un asedio de dos meses; en noviembre de 1162 un tal Fernando Gonçalves, acompañado de un grupo de burgueses y villanos, se apoderó de Beja en un golpe de mano; en 1166 el rey penetró en Alentejo y, conquistó Serpa, Moura y Alconchel, reedificando después el castillo de Courache, entre Évora y el Tajo; el mismo año, Giraldo Giraldes, llamado Sem Pavor (sin miedo), tomó la ciudad de Évora.
El matrimonio de doña Urraca (1165), hija de monarca portugués, con el rey Fernando II de León, uno de los sucesores de Alfonso VII, no bastó para asegurar una paz perpetua. El hecho es que estalló una violenta guerra entre los dos reinos, en la que Alfonso Henríquez tomó la iniciativa: envió a su hijo Sancho a la conquista de Ciudad Rodrigo, pero éste fue interceptado y derrotado por los leoneses en un lugar llamado Arganal y se vio obligado a huir. Alfonso I respondió con la ocupación de Galicia desde Tuy hasta las márgenes de Lerez y con la construcción de la fortaleza de Cedofeita. En la primavera de 1169 regresó a Portugal y prosiguió la lucha contra los musulmanes con el sitio de Badajoz, pero la concurrencia del rey de León al asedio de la ciudad convirtió a Alfonso I en sitiador y sitiado; queriendo abandonar la plaza se rompió una pierna y durante su traslado a un lugar seguro fue capturado por las tropas leonesas y permaneció prisionero durante dos meses. Alfonso Henríquez ofreció sus Estados a Fernando II a cambio de su libertad, pero éste hizo honor a su fama de generoso y liberó al rey portugués sólo a cambio de las plazas conquistadas por don Alfonso.
Alfonso I llegó a Portugal, imposibilitado para la guerra, pero en 1171 fue sitiado por los generales almohades de Abu Yacub, en la ciudad de Santarem. Los musulmanes sólo se retiraron cuando Fernando II acudió a socorrer a su suegro. Después de haber quedado inválido, Alfonso I no volvió a acometer expediciones militares.




El 13 de abril de 1179 la Santa Sede reconoció por primera vez rey a Alfonso I, en la bula Relatum est. A partir de entonces el censo anual que el monarca enviaba a Roma fue ascendido a dos marcos de oro y en 1181 Alfonso Henríquez hizo una donación al papa de mil maravedíes de oro. Murió después de que su sucesor, Sancho I el Repoblador lograse una sonada victoria contra los almohades (1184) y fue enterrado en el monasterio de Santa Cruz de Coimbra, donde más tarde su hijo le hizo construir un soberbio mausoleo.
Alfonso Henríquez fue el creador de dos órdenes militares portuguesas, la de Ala y la de San Bento de Aviz; por su patrocinio fueron introducidas en el reino los Caballeros de Rodas. A él se debe la fundación de los monasterio de Santa Cruz de Coimbra, Santa María de Alcobaça, San Vicente de Fora de Lisboa y San Juan Bautista de Tarouca.

Bibliografía

  • BIRMINGHAM, D. Historia de Portugal. Cambridge, 1995.
  • MEDINA, J (dir.) História de Portugal: dos tempos pré-históricos aos nossos dias. Madrid, 1996.
  • PAINE, S. Breve Historia de Portugal. Madrid, 1987.
  • VIANA, H. Capítulos de Historia luso-brasileña. Lisboa, 1968.
    http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=alfonso-i-rey-de-portugal

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